
¿Lo primero de Floren? La imagen de tecnócrata, la eficacia que por fin llegaba a ese Madrid de Sanz: del nepotismo sin ilustrar al despotismo ilustrado de este ingeniero centrista (porque el centro es el lugar adonde va el poder). Algunos nos encontrábamos de pronto con la estirpe de ejecutivos madridistas de la que tanto habíamos oido hablar, los Saporta, Domínguez y el mítico Bernabéu. ¡Por fin llegaba el señorio! Con Floren volvía también Luis de Carlos. En realidad este último Floren tenía algo de la pasividad de aquél. Supongo que también en el fútbol los dirigentes tienen un tiempo en el que llevan las riendas del tiempo histórico. Toman decisiones y luego son ellas y sus consecuencias las que les gobiernan. Florentino lleva unos años sufriendo el error de las renovaciones galácticas. El florentinismo tiene su apogeo en la eliminatoria Real Madrid- Manchester. Es ahí cuando Raúl pierde su fútbol con el apéndice, cuando el testigo pasa a un incontenible Ronaldo y cuando el fútbol llega a lo orgiástico, cuando parece que ya no es necesario el entrenador. Felicidad conseguida. No olvidaremos ese Madrid de Old Trafford. Y fue entonces, ese preciso partido, el que convenció a Abramovich de que el fútbol era una buena manera de comprar legitimidad. Y así fue como Florentino provocó un cambio en el fútbol. Los grandes comprendieron que los futbolistas eran franquicias al estilo NBA, marcas que se llevaban consigo medio club. De repente, las estrellas se blindaron y apareció un tipo con todo el dinero del mundo. Ya no dominábamos el mercado y la política de Zidanes se hacía imposible. Además, una lamentable campaña de la prensa en alianza con Carvajal y algún otro representante provocaba unas ampliaciones de contrato que recuerdan tanto a las de Mendoza y la Quinta. No se le puede culpar, romper el sueño entonces no se hubiese aceptado. De esta forma, como con Mendoza, hemos tenido el ciclo completo: ascensión, apogeo y caida, con todo el repertorio de traiciones: una trayectoria curva que deja un perfil humano y que admite música de tango y todas las sentencias sobre lo transitivo y fugaz del éxito.
De su gestión ya se dirá todo. Yo le debo haber recobrado un orgullo infantil y algo ridículo por este club. He sufrido auténticas erecciones comprobando el calado del club fuera de España, la admiración de tanta gente tan distinta por algo nuestro. De todos. Pues ese es el gran legado de Floren, haber conseguido que esta rara filiación del blanco (sin pendones, sin banderas, sin enseñas) llegue tan lejos.
Hay alguna paradoja sangrante: Quien más ha hecho por devolver el club a sus socios terminó por conseguir que sus aficionados sintiesen por vez primera al equipo como algo ajeno. Sin la protección de Florentino nada debe ser obstáculo para que la ira caiga sobre los jugadores. Son unos miserables que no merecen sino el desprecio. Pero todos.
Hay otra fecha. Los días porsteriores al 11-M, cuando con la final de Copa se empieza a derrumbar el equipo. Una casualidad, claro, pero parece que la grandilocuencia empezaba a sobrar.
No sé, todo esto es atropellado. LLegan las doce y quiero oir la rueda de prensa, pero sólo espero que el club siga fuerte. Es cierto que ha procurado "paz social", que es esa rara unanimidad que sólo el Madrid sabe conseguir y que es tan importante. No conviene perderla porque presagio artillería pesada y quintacolumnismo contra esta sagrada institución que es, en palabras de Valdano, "lo único en lo que el español se anima a ser el mejor del mundo". Y ese españolito prototípico ha sido Florentino. No se le puede culpar de haber sido ambicioso. Este club no admite otra cosa.
Alguna vez escuché a Segurola decir que Florentino engañaba, que detrás de esa frialdad hierática, de ese orador estupefaciente había un fanático. ¿Y de qué te extrañas, Segurola? El madridismo es un fanatismo civil. Cuando se produjo el cambio de papeles entre Sanz y Floren en el camarín del Bernabéu el primero se despidió con un sonoro ¡Hala Madrid! que no repitió Florentino. Empezaba a cuidar las formas y huía de ese grito algo faccioso, pero creo que es un apasionado del club. Se va un madridista, podemos perdonarle la debilidad. Démosle un nuevo empuje, un nuevo proyecto a este club. La historia del club empieza a ser un diálogo reconocible. Ahora toca replegarse en las esencias: construir un equipo desde la defensa, empezar a mirar a la cantera y comenzar a vengar afrentas. Objetivos cortos, vuelta al casticismo (pero lo justo, ¿eh?). Tiempo de humildad y de reconquista. Somos más y somos mejores.
¡Hala Madrid!