lunes, 19 de marzo de 2007

Robinhocentrismo (Ramone dixit)



El Socio me manda apañar una entrada. No voy a mentiros, no he visto el partido. Tampoco, por fortuna, me alargaré mucho. Escribo desde Valencia y Valencia está en fallas. Mientras tecleo estas líneas, me llegan de la calle sonidos de explosiones y alaridos de Shakira, como un Afganistán verbenero. En las fiestas populares los más tontos del pueblo se esfuerzan por exhibirse, y aquí optan por encender petardos y esperar el pum con una sonrisa estólida. Mis tímpanos están inflamados, parecen clítoris en lugar de tímpanos. Ahora, además, siento el murmullo de las riadas humanas que sociatísticamente se dirigen a observar el castillo, los fuegos de artificio. Gracias a Dios, en esta ciudad no gobierna la izquierda, de modo que no hay riesgo de que los cohetes dibujen en el cielo grandes figuras con la palabra paaaaaaaaz, paaaaaaaz, entre los oh boquiabiertos de la muchedumbre mansa.

No he visto el partido. No tengo tele de pago por motivos ideológicos y en los bares de la zona soy mal recibido. En todos he acabado discutiendo o protestando o celebrando los goles con cortes de manga hacia la parroquia. Así que sólo me queda la radio, mi viejo transistor recuperado, el que admite nada más que la AM: la COPE, la SER y RNE, la resistencia y lo gubernamental. La pirenaica y el parte en el mismo dial.

La retransmisión de Lama, en la Ser, es como leer una novela con un narrador omnisciente y beocio. Lo sabe todo Lama, es un deus ex machina cateto. Es un narrador pésimo que no narra, todo lo más transmite emoción con las inflexiones de sus alaridos. Uno imagina el peligro, la ocasión de gol, pero no ofrece los datos suficientes para recrear el partido en la imaginación. Son totalitarios hasta para eso. En la grada tienen los de la Ser a Alcalá, de intérprete de la afición, como Matallanas en la Cope. No es de extrañar que nos irritemos. Es curioso, el periodista encargado del marcaje a Villar, el sabueso del won't you back, es el que le colocan al Bernabéu. En las restransmisiones de la Ser el resultado parece no importar. Dan los tres puntos por ganados y todo su interés estriba en buscar problemas. Cuando marca el Madrid parece apagarse el tono, como si se hubiese descubierto al asesino. Lama no llega a gritar gol y ya se está hablando del juez de línea y de las protestas del rival. Es imposible disfrutar del momento pleno del gol. Hoy he escuchado una frase genial que retrata el estado de las cosas; tras varios minutos de polémica desde la jugada del gol de Robinho, el analista arbitral (alguien capacitado, por lo visto, para ver en la cámara lenta lo que los demás no vemos) ha dicho que "a medida que veo la jugada, Robinho se va acercando a estar en línea". Claro, las repeticiones pueden hacernos ver lo que desea el realizador, sobre todo si está por medio el Madrid. ¿No os suena esa sensación de que cuando le toca al Madrid se apuran todas las interpretaciones, puntos de vista y ángulos posibles? Llevamos uno o dos penaltis a favor en esta liga, y creo que a este paso tendrán que atravesar a Van Nistelrooy con una jabalina para disfrutar de la dicha incalculable de un penalti sin reproches. Lo mejor de la Ser es el contraste entre el sibilino Del Bosque, caviloso y oscuro, y el franco Poli Rincón. Yo creo que el modelo de forofo es Poli, y no Roncero. Poli es optimista, como todo buen aficionado, pero tiene sus toboganes. Necesita muy poquito para entusiasmarse, como todo enamorado, pero es cruel en la crítica al momento siguiente. Es como nosotros. Es de los pocos, además, que se atreve a pedir dimisiones más arriba de Capello. Es el único individuo ingenuo en esa casa.

La retransmisión de la Cope no la he seguido. Pérez Sala, mi paisano, lo hace bien, pero Matallanas, Kiko y Abellán como comentaristas de un partido del Madrid me parecen demasiado. ¿Se imagina alguien a Roncero, Poli y Michel retransmitiendo un partido del Atleti o del Barcelona en un medio nacional? Martín Vázquez hace de madridista de pitiminí, para que no se diga. Así que he optado por RNE, con Chema Abad, un periodista que sospecho es madridista y que tiene el privilegio de no tener que compartir retransmisión con un crooner de provincias y una claque vociferante al lado. En televisión la publicidad la hacen mujeres despampanantes, pero en la radio, los anuncios, privados del cuerpo femenino, han de llegar a nuestro hipocampo a base de zafiedad y repetición.



Han vuelto a resucitar esa cosa de la cofradía del clavo ardiendo. Bueno, a corto plazo se puede uno aferrar a las posibilidades de ganar la liga, pero yo, puestos a buscar algún asidero en este vacío, me quedo con Robinho. Creo que anoche demostró que merece más atención. Más respeto. Es muy sospechoso cómo los que se pasan el día perorando sobre el tikitaka y el buen fútbol son tan exigentes con este muchacho que juega de la forma más alegre posible. Qué raro es que los defensores del fútbol abierto después ponderen tanto la seriedad táctica y el oficio en alguien como Raúl. No tiene Robinho todavía la verticalidad de Messi, es algo irresoluto, pero hace cosas que justifican el amor al fútbol. Es uno de esos jugadores que gustan a los niños (la infancia, el caladero de los equipos de fútbol. Es de esos futbolistas capaces de hacer madridista al hijo de un culé y viceversa. El terreno virgen antes de que la ideología y el entorno nos maleen) y que hacen que los adultos se encandilen un poco. Hay que confiar en Robinho porque es que no tenemos mucho más. Lo que hizo en Cádiz se puede repetir y es un deber del club blindar su figura. No puede andar corriendo detrás de carrileros con muñones por los campos. Capello lo utiliza de Camoranesi, pero en Brasil Zico le da una posición central. Es un jugador rápido e incontenible en espacios amplios, con un disparo cada vez más fuerte. Bueno en las praderas del contragolpe, pero con unos tobillos que le permiten hacer en el área eso que algunas mujeres hacen en su boca con el rabo de unas cerezas (¡ay!). Lo tiene todo Robinho, y hasta tenía un algo angelical que rumores interesados han puesto en duda.

Robinho vino a sustituir a Raúl. Tras su debut en Cádiz, Robinho recibió el equivalente a ese aviso que en El Padrino recibe el magnate judío del cine por rehusar contratar al cantante amigo de los Corleone. La metafórica cabeza de caballo en su cama. Había sido demasiado chispeante, había dejado en evidencia a demasiada gente. Sobre todo al hombre del traje gris. A Raúl le queda la virtud de ser irreprochable en lo táctico. Parece que no comete errores y que eso le salva, pero uno empieza a sospechar si no habrá en eso algo de mentira, si no será que huye de las situaciones arriesgadas. Ayer, como hiciera contra el Bayern, tardó poco en atribuirse el gol en propia meta. Con aire adusto cierra el puño y saca un par de dedos, se tantea el pecho como un rapero, y muy serio, con una seriedad premeditada, nos hace saber que está enfadado y que el gol es suyo. Es el delantero sin sonrisa. Ya decimos que no parece alguien dispuesto a aceptar su decadencia.


- Real Madrid:
2 (Robinho y uno del Nástic en p.m.)
- Gimnástica de Tarragona: 0

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