miércoles, 23 de junio de 2004

Perder la dignidad en un solo día



Decía el otro día que, salvo sorpresa morrocotuda, tendríamos nuevo seleccionador. Y ya se sabe, sorpresas te da la vida: Sáez reunió a la prensa y, ante el asombro generalizado, anunció que sigue, pese a que hace unos días afirmó que aceptaría su renovación dependiendo del papel realizado en la Eurocopa. Al parecer, Sáez considera que éste ha sido bueno, y que se merece otra oportunidad. Pues está muy usted muy equivocado: La Eurocopa ERA la otra oportunidad, después de una fase de clasificación poco menos que calamitosa. Ha suspendido usted la reválida, señor seleccionador, lo normal es que no pase de curso.

Este patético atrincheramiento en el cargo lo único que hace es multiplicar y convertir en permanente el malestar causado por el último bochorno. Debe entender que la desconfianza ante un entrenador gris y poco conocido sólo puede contrarestarse mediante buenos resultados, y al no obtenerse éstos, la desconfianza se convierte en abierto rechazo. La afición no le quiere, señor Sáez, nos importa un pimiento que usted se considere "bueno para la selección"; varios millones opinan lo contrario y no tiene usted derecho a hacerles sus rehenes única y exlusivamente por causa de su ego.

La Federación se la jugó poniéndole en el cargo, y usted, desagradecido, se lo paga aceptando el regalo envenenado de la renovación. Claro que éste es un problema que ha creado el propio Villar, con la costumbre insólita -y, digámoslo, decididamente estúpida- de renovar a los entrenadores ANTES de las fases finales. No se engañe, señor seleccionador, está usted sentenciado: Si sale reelegido Villar, porque ya no tendrá nada que temer; y si sale otro, porque no querrá ni ver a un entrenador que se ha revelado mediocre y, sobre todo, indigno.

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