Debe ser incómodo que aparezcan a tu lado un montón de agresivos periodistas a fotografiar el instante previo a la pitanza. En ese momento en que los jugos gástricos anticipan el dulce placer de las viandas, los fogonazos de los flashes han de cortar el rollo, por fuerza. El ratito en que media humanidad está tentada de comerse el pan o empezar a desmigar el mendrugo. Uno, antes de comer, no sabe que hacer con las manos y es normal adoptar la postura del gran Arrigo: codos apuntalados en la mesa sin ningún complejo, manos entrelazadas y a esperar, un poquito envarado. La postura, después del café, será la misma, pero con los movimientos mandibulares de quien se hurga ,con disimulo, el espacio entre las muelas con la lengua.
Pero, además de este universal lenguaje gestual de los restaurantes, en la foto de ayer destaca la distribución de los comensales. Una simetria negociadora nada casual. Floren y el capitán, frente a frente, practicando eso tan dificil que Luis reclamaba a Romario, ese “mirarse a los ojitos” que sólo pueden hacer las personas con conciencias y cuentas claras. Y a sus flancos, los lugartenientes, los vicecapitanes y los vicetiples técnicos de Floren. En cualquier caso, lo de ayer parece la representación de la negociación laboral en nuestro Madrid. Patronal y sindicato, frente a frente. No cuesta imaginarse a Roberto Carlos sacando las estadísticas macroeconómicas del ejercicio y un gráfico con la evolución del IPC.
En el fútbol se admiten las medidas de conflicto colectivo. Derecho constitucional, en todo caso. Una huelga de futbolistas sirvió como anticipo de la Quinta, cuando un Michel juvenil marcó un gol fantasma que el destino, ese hijo de puta con calculadora, habría de quitarle en México 86. Y hace un par de temporadas, un equipo entero de segunda decidió encerrarse en el vestuario en huelga por los impagos. Fue una original aportación del fútbol al mundo de la protesta, porque los huelguistas contaban com playstations y servicio de catering.
Pero estos capitanes nuestros de hoy son poco comparado con Hierro. Sin Hierro casi puede decirse que ha llegado la paz social al club pues el de Velez (Málaga) –a Hierro siempre le acompañaron esos apellidos toponímicos- era un sindicalista duro. Un convencido con conciencia de clase. Él era futbolista puro dentro del campo y futbolista igualmente íntegro fuera del cesped. De los que cuando mueren, a los ochenta y tantos, se dice eso de que ahí se va un futbolista. Un pelotero vocacional. Con el famoso "código del fútbol", un tocho como el código civil que se edita en Argentina. Hierro convertía el vestuario del Madrid en la "Ley del silencio", aunque cuesta imaginarle, con su cara de banderillero, haciendo de Marlon Brando. A la que Floren se descuidaba, Hierro le montaba un motín. El motín de Mónaco, el motín del Txistu... La escena clara: Hierro sacando su largo dedo acusador, ese dedo de ET que sacaba a los árbitros cuando protestaba, con su cara de pena e indignación, como de cantar saetas... Méndez y Fidalgo, a su lado, unos maricas burgueses.
Pero es que Hierro, ya digo, era un clasista. Creía que el futbolista se regía por unas leyes y un estatuto aparte. Tan rígidos como los que protegen al sexador de pollos o al fresador. Hierro era un piquetero y ha establecido unas primas que ya no se negocian, que sólo se indexan al IPC y tirando.
Lo de anteayer, por tanto, no era sino el anual refrendo de lo que Hierro negociara en su día. Lo han disfazado, también, con la palabra conjura, pero me da que no. El socio ilustró la última Florentinina –tras la derrota destroy en Getafe- con una foto que era reveladora: Floren como profesor de escuela y todos los galácticos oyéndole sentaditos. Ahí había superioridad y jerarquía, lo de anteayer era un "tête a tête", algo distinto.
Floren dijo hace poco que los veinte futbolistas del primer equipo le daban más quebraderos de cabeza que sus miles de empleados en ACS y es que, no nos engañemos, aunque se habla de paz social y de calma en el vestuario, también se ha dicho últimamente que el club estaba pensando en Hierro como enlace entre la plantilla y la directiva. Mal asunto si el mediador ha de ser ese Demóstenes moderno.
Por, cierto, en la expresion de Messi, el nuevo De la Peña, encontré algo raro. Una ligera turbación química, un halo artificial en la mirada, como el de aquel colega que se pasaba con las raves. Una cara congestionada, rara. Y como soy un cabrón me he ido al Google y he cruzado “Messi” con “EPO”. Lo primero que me ha salido ha sido esto:
http://espndeportes.espn.go.com/story?id=375145
¿Os imaginás algo así con Robinho? ¿Merecería portadas en los periódicos? Ay, la prensa libre...
sábado, 5 de noviembre de 2005
Convite de empresa
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3 comentarios:
Messi es comunista
MESSI RULES!
Yo les vi algo envarados... en el fondo eso de comer con tu jefe no mola nada.
Messi es un capullo.
Por cierto, ¡vaya agobio de salón para comer, están apretados como sardinas!
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