domingo, 6 de noviembre de 2005

¡Hala mañoooooos!



Llegan al Bernabéu los nobles baturros del Zaragoza. Club respetable que, desde tiempos de Lapetra, ha ofrecido al fútbol español magníficos conjuntos. Es de esperar que jueguen con su equipaje de avispa, indumentaria algo llamativa que nos puede ayudar, en caso de aburrimiento, a imaginar que estamos ante Peñarol en plena Intercontinental.

El partido tiene su intringulis, no obstante. Viene a culminar un mes que se prometía horrible y que, si ganamos, se quedara sólo en desagradable. Pero hay que ganar. Después llegará el bodrio de la selección y luego la insufrible visita del Barcelona. Moneda al aire, estrépito mediático y vuelta a empezar hasta Navidad.

El partido es, en mi opinión, más importante que el del Barcelona y no se presenta fácil, porque el Zaragoza llega con varios ex. El Madrid debe de ser como un amante castigador que acostumbra a despreciar a sus conquistas a poco que éstas no le satisfacen. Un don Juan altanero que las desvirga, las goza y las abandona. Y siendo así, es comprensible el aire de revancha y despecho que tienen estos reencuentros.

Llegan César, Celades y Savio. El primero es un portero correcto al que ha perjudicado, sin duda, su aspecto de recién levantado de la cama. Tiene cara de buen tipo y una locuacidad algo innecesaria en las ruedas de prensa. Nunca supimos por qué Del Bosque lo escogió en lugar de Casillas. Será un misterio hasta que alguien desclasifique los papeles reservados del salmantino. Su lesión en Glasgow fue uno de los hechos más afortunados de la historia del club.

El habilidoso Savio dejó entre nosotros un buen recuerdo. Su pase a Anelka en Munich valió media Octava y siempre fue del agrado del público de Chamartín –público antojadizo como pocos, la verdad sea dicha-. Excelente, en mi opinión, pero un poco por definir. Ni la solidez de un interior, ni el gol de un segundo punta. Liviano y, a ratos, inconsistente. Un extremo zurdo para un equipo que lleva cuarenta años sin jugar con extremo zurdo, porque cuando se marchó Gento no se le retiró la camiseta, se le retiró la demarcación. Poco después llegaría Munitis, que era como Savio, pero en bruto. Y con él el Bernabéu no iba a ser tan comprensivo. Trató de pulirlo a base de silbidos y acabo por desquiciar al muchacho. Pero esa es otra historia...

Y ojo con Celades. La Ley de Murphy aplicada al Real Madrid nos hace temer un partidazo suyo, con gol incluído. Incoloro, inodoro, insípido y, probablemente, uno de los jugadores más blandos que hemos podido padecer los madridistas. Fue, durante años, nuestro representante en la selección catalana –por cierto, Celades acudió siempre al sonar del Segadors mientras medio Barcelona se ausentaba. Algo parecido pasa con la selección valenciana, Vicente se va a Londres a pasar el weekend mientras Raúl Bravo, "el traidor", sacrifica sus vacaciones para jugar interesantes amistosos contra la selección de Zambia-.

Pero los ex no llegan solos. Imagino que por allí asomará el careto el simpático de Movilla. Antimadridista conspicuo que protagonizara, años ha, una polémica delirante en el Atleti. Creo que era Movilla versus Manzano –como Del Piero vs. Capello, pero en cateto-. Horas de radio, chorros de tinta, los colchoneros desgañitándose por su Movilla. "¡Movi, Movi!", gritaban los infelices. Y Movilla, que decía ser más indio que Cochise, a las primeras de cambio, al primer buen contrato que le ofrecieron, se fue pitando hacia Aragón, donde es de presumir que a estas alturas ande dando lecciones de baturrismo al mismísimo Labordeta. Tras irse, quiso hacerse perdonar por la afición rojiblanca pasándose de hostil con el Madrid. Lo habitual. En fin, espero que se le pite bien. O no, mira, ni siquiera eso, que el Bernabéu no interrumpa su plácido sestear para pitarle al piernas de Movilla. Eso sería una ordinariez; mejor la indiferencia. Desde las alturas del estadio, Movilla debe verse como una chincheta.

Y olvidaba que regresa Milito. La más despechada de las amantes. Y encima se trae a un hermano. Uno se imagina que los Milito –papá Milito, mamá Milito e, incluso, el abuelo Milito- se reunen todas las semanas frente al televisor para celebrar las derrotas del Madrid. No podríamos reprochárselo, lo suyo fue una putada.

¿Y el Madrid? Ramos y Robinho crecerán otro centímetro más el domingo. Han de ir creciendo, poco a poco, hasta alcanzar la altura extraordinaria de Hierro y de... y aquí está el interés, en saber hasta dónde llegará Robinho.

3 comentarios:

El Socio dijo...

Tronko, no te pases, que César es un porterazo, y además no grita: "¡Fueraaaa, fueraaa!" Ya nadie se acuerda de sus campañas en el Valladolid.

Anónimo dijo...

por lo visto lo de su titularidad con Del Bosque fue cosa de El Dedo Hierro.

por cierto, con el socio me partía de risa y con hughes me deleito. este blog es grandioso y me quita las ganas de escribir sobre fumbol. qué se puede decir que no esté aquí

Anónimo dijo...

Tú lo has dicho, socio, ya nadie se acuerda de sus campañas en el Valladolid jeje

Anda, Alvaro, no te pases. Anímate y escribe. Cuantos más puntos de vista, mejor.