La banderita

Por Enzo

Parece ser que vamos a salir a campear por Europa con la bandera de España en la camiseta. Así a bote pronto me parece una más de Ramón Calderón en su esfuerzo por acercarnos a un estilo más ameno para Roncero y sus amigos los bomberos toreros y peñistas chuscos de carajillo. Creo que Ramoncín (del que no dudo que tenga buenas intenciones) se equivoca igual que se ha equivocado con lo de volver a jugar torneos veraniegos cutres en España. Yo respeto al madridista de peña de barrio o de pueblo, a esos tipos que cuando bajaba al bar a ver los partidos del Madrid me tiraban para atrás por el pestazo a güiskazo barato que desprendían. Respeto a cualquiera con tal de que sea madridista, pero el madridismo va más allá de ellos y la imagen que el pesado de Roncero se empeña en vendernos en sus contracrónicas infames.

Si por algo el Madrid es el más grande es por su vocación integradora, internacionalista y hasta imperialista (y al que no le guste que se joda o se haga del Paleti como Sabina). Por eso lo de la banderita me parece una paletada. En momentos de euforia españolaza no me parece del todo mal: si a todo el mundo le ha dado por llevar la bandera de su pueblo en la camiseta, ¿por qué nosotros no vamos a poder llevar la española en los calzones si nos apetece? Me podría contestar Calderón que es bueno para el marketing y que en el fondo ¿por que tendría que molestar? Muy bien, pero no es eso, no van por ahí los tiros, el tema no está en si molesta o no a los paletos con alta sensibilidad a todo lo que huela a España (o a los progres de salón), el tema está en que el Madrid no necesita de estos gestos folclóricos para afirmar lo que ya es sabido: que el Real Madrid es más España que incluso la misma mierda de la selección. No se puede rebajar al Real Madrid a la altura de los lolailos del Cerdilla o los payasos de la ribera del Manzanares. El Real Madrid es Madrid, España y el mundo entero todo en uno. Lo grande del Real Madrid está en su universalidad y en la envidia que por ello sienten los demás; no se explican cómo hemos conseguido que uno se emocione oyendo lo de las “mocitas madrileñas van alegres y risueñas” ya sea de Chamberí o de Estocolmo, no se explican que un yanqui ricachón,vaya a Madrid, vea un partido en el Bernabéu, sienta la llamada y funde un club en Salt Lake City con el nombre de “Real” en nuestro honor. Para combatir esta globalización madridista, a los demás no les ha quedado más remedio que tirar de regionalismo barato y localismos histéricos, pero el Madrid ha estado, está y estará por encima de estos provincianismos.



El Madrid es probablemente la marca española más conocida en el mundo entero, en Harvard han dicho que somos tropecientos millones por todo el mundo, vendemos camisetas en cualquier lado y tenemos seguidores en los sitios más insospechados. Somos tan grandes, tan anti-localistas y anti-provincianos que eso es lo que nos permite vacilar de que haya gente repartida en el mundo como nuestros CQ, Ángel de Madrid o Andrés, seguidores de la única causa verdadera (el madridismo) en todos los continentes.

En el fondo, esto de la bandera me da que es un gesto servil para contentar a esos que no quieren bien al Madrid pero que pretenden entremeterse en todo desde la columna de opinión de un periódico o una emisora de radio. Exactamente igual que lo de ir a jugar en verano a Cádiz o La Coruña para que cuatro gilipollas se monten una fiesta a costa de pasarse todo el partido insultándonos y choteándose con muy poca gracia y mucha mala leche. Todo porque al capo del Ass y personajes similares les pareció que eso de ir a jugar torneos veraniegos en Japón o China era una afrenta al madridismo de provincias. Si por mí fuera en España no volvían a vernos el pelo en un torneo veraniego en la vida.

En conclusión, no es que me vaya a tirar de los pelos por el asunto de la bandera, pero me parece que es rebajarnos un poco a la altura de clubes que están a años luz en cuanto a prestigio y alcance mundial. Se empeñan en hacernos más normalitos y del montón, y el Madrid será todo lo que quieran, pero uno más y del montón para nada.