Calderón el bocón

Presidentes de fútbol los hemos visto de todos los colores, ayer en los comentarios hablábamos de algunos de ellos. Sus defectos más habituales suelen ser el exabrupto y la fanfarronería, costumbres muy españolas que suelen derivar del mal talante o educación del individuo. También influye el complejo de inferioridad de su club o los delirios de grandeza, y a menudo las dos cosas. Nuestro Calderón no es maleducado, pero tiene otro defecto que trae de cabeza a su sufrida afición: la incontinencia verbal. Aunque no se le conoce afición a los licores, habla siempre con la euforia del que lleva un par de copitas de más.

La cosa empezó bien pronto, cuando aseguró que iríamos no una ni dos, sino tres veces a la Cibeles, ilusión que pronto se resquebrajó debido a las eliminaciones coperas y championeras y a la mala marcha en la Liga. No obstante, en cuanto el equipo empezó a remontar el vuelo, ya se veía don Ramón visitando a la diosa de nuevo. Su última largada ha sido hace poco, cuando soltó aquello de que había que reunirse con el entrenador, "para ver si va a seguir con el doble pivote o qué". A mí personalmente se me cayeron los palos del sombrajo: ahí estaba el presidente declarando en público y en riguroso directo que se pasaba por el forro la no injerencia en la parcela deportiva. Pero lo más grave no es la injerencia en sí; de hecho, yo si fuera presidente me metería un poco en lo deportivo, que para eso sería el máximo responsable. A principios de temporada me sentaría y diría "oye, ¿no puedes quitar a Raúl de una puta vez?" Eso puedo entenderlo; lo despiporrante es jugar una partida cutre de PC Fútbol en rueda de prensa, desautorizando a un técnico de prestigio mundial. Además de inoportunidad, ha demostrado un pésimo criterio futbolístico, despreciando nuestro extraordinario fin de temporada.

Calderón podría hacerlo muy bien si hablara sólo lo justo. Hace poco me llegó una carta informando sobre la próxima Comisión de Estatutos, incluyendo una ficha en la que podía opinar sobre los puntos del día que me parecieran más relevantes e incluir mis propias sugerencias. Es una muy buena iniciativa. Calderón también dijo cosas lúcidas en la famosa charla de la Universidad. El problema es que no se sabe qué hay que decir y qué callar en cada momento.

Con todo y con eso, tacharle como peor presidente de la historia es excesivo. Como con las guerras mundiales, nunca debemos olvidar los horrores del sanzismo. Las timbas, los entrenadores destituídos en el programa del butano y el desmadre con los fichajes. Lorenzo fichaba a Ognjenovic, Petkovic, Balic y Congo. Ahora se traen a jóvenes prometedores de Ligas competitivas, si bien a precio de oro a veces. Calderón se expresa bastante correctamente. Sanz decía "Manaman" porque "Mc Manaman" era demasiado complicado para él. En definitiva, Lorenzo era como ese pariente siniestro de las bodas que va con los hombros llenos de caspa, pellizca a las niñas, come con las manos y luego estrecha las tuyas y te las llenan de grasa. Calderón, por su parte, es como el pariente simpaticote pero poco fiable, que apura las jarras de sangría, siempre habla cuando no debe y al que si le cuentas un secreto lo sabe toda la fiesta en diez minutos. El buen hombre necesita que un miembro o varios de la familia le aconsejen discreción y dedicarse a sacar adelante su negocio, dejando los chacarrillos y confidencias para las reuniones más íntimas. Sin duda sería un alivio para el numeroso clan blanco.