La caballerosidad y el marchandaising

Ayer se vieron las caras en la SER (su cadena amiga) Villar Mir y el relojero del mal. La imagen de este último ya la conocía (sí, su cara es así, no lleva ninguna careta), pero hasta ahora no le había oído hablar. He de decir que lo que oí no me gustó. El personaje hace gala de un tipo de pésimo estilo, es maleducado y agresivo. Le gusta cortar las intervenciones ajenas y menospreciar al contrincante. Su discurso es claramente populista, una especie de "aquí estoy yo, ejto es lo que pide el pueblo", insistiendo machaconamente en los supuestos puntos fuertes de su programa. Villar Mir, por su parte, pecó ayer un poco de lo contrario: Excesivamente ponderado en las formas, sin atacar los puntos débiles del rival (no le recordó lo del patrocinio a Alonso) y con un discurso muy poco variado: Nuestro modelo tendrá un mánager general que será el mejor del mundo, y la candidatura de Palacios representa el pasado. Eso sí, estuvo bien al decirle a Palacios que su candidatura parecía el Inem. Aunque el relojero realmente no dijo gran cosa, sí daba la impresión de tener un repertorio más amplio.

Por lo demás, Quasimodo confirmó todas las sospechas: Tiene un punto de zafio, propone un modelo rancio a más no poder y no transmite demasiada solvencia que digamos. En un momento dado hizo mención a la importancia del "marchandaising"... Sí, "marchandaising". Toma cultura y preparación; hay que entregarle la gestión de la primera marca del país, di que sí. En otro momento afirmó que si ganaba "sacaría a subasta la concesión del reloj oficial del Madrid" (ahora los vende él). ¿Y a quién coño le importa? Una cosa es que Floren o Villar Mir no se aprovechen para encargar las obras del Madrid a sus constructoras (volumen de negocio multimillonario), y otra que el tipo este venda o deje de vender cuatro relojes de mierda. Predigo algo sobre esta candidatura: Van a sacar muchos menos votos de los que parece. Están desfasados, son la apoteosis de lo cutre y eso la gente lo nota, exceptuando algún que otro núcleo cerril.

Tras los cabezas de cartel saltaron a la arena Camacho y Sainz. La verdad es que Camacho no engaña a nadie: Es exactamente lo que aparenta, un chicarrón murciano sin demasiadas luces. Le ha pasado como a Del Bosque, un buen día se dejó la humildad perdida por ahí y ahora se dedica a reivindicar cada vez con menos disimulo los derechos adquiridos de su cuadrilla, "los que nunca se debieron ir". Carlitos, muy moderado. Es bastante pánfilo, se hace unos líos tremendos al hablar, pero dará buena imagen. Se nota que no le gusta meterse con la gente.

Y mientras estas dos candidaturas se daban, Calderón ultimaba su trío mágico: Kaká, Cesc y Robben. Mir y Quasimodo serán los "favoritos", pero como no saquen pronto a la luz algo resultón podría ser el abogado el que finalmente se lleve el gato al agua.