La pureza y la madre que la parió (II)

Toca hablar del himno. Durante los años previos al centenario se había venido diciendo que el himno de José de Aguilar (con quien me crucé una vez en la calle) se había quedado algo anticuado (lo cual era cierto), y que quizá iba siendo hora de buscar uno nuevo. Así pues, Florentino aprovechó los fastos centenariales para encargar una nueva tonada, y desde el 2002 tenemos dos himnos. Por desgracia, y a efectos prácticos, los dos son una mierda.

Hay quien le tiene mucho afecto a la canción antígua, y no seré yo quien le niegue su mérito y su abolengo. Pero los himnos no están para que los clubes tengan una melodía asociada, sino para cantarlos en el campo, y eso es imposible con el de "las mocitas madrileñas". Simplemente no se presta. Para cantar un himno la gente tiene que sentirse arropada por la masa borreguil, pues cantar por lo general produce mucho pudor. Por ello, hay que grabar estas composiciones con nutridos coros que simulen la multitud que puebla un graderío. El himno antíguo está interpretado por un solista, y la gente no se siente animada a recrearlo. Su estribillo tampoco resulta lo suficientemente fluido como para cantarlo con naturalidad.

Por todo ello, a mí me parecía buena idea lo de cambiarlo. Pero la cosa salió mal. En el mundo hay millones de compositores, y de todo ellos tuvieron que escoger a Chemita Cano. Entiéndaseme, el himno del centenario no es del todo malo: Transmite majestuosidad y la melodía es correcta, pero Chemita nuevamente obvió la funcionalidad de la composición. Si era difícil arrancarse con el himno antíguo, mucho más con este, cantado por la voz imponente de Plácido Domingo. Y es que no se trata de hacer algo bonito, coño, sino de algo que sirva para animar a voz en grito. Por cierto que Chema puede ser un tío algo ridículo normalmente, pero su imagen vestido de director de orquesta, emocionado bajo la lluvia de Madrid fue de auténtica traca.

Durante un tiempo el himno mecanero sustituyó al clásico, y ahí surgieron de nuevo los puristas (los que no quieren tirar el estadio): Era una vergüenza y había que volver al antíguo. Al final se adoptó una decisión salomónica: Al principio de los partidos Mecano, y al final zarzuela. Es lo mismo: Lo cierto es que el Madrid tiene dos himnos y ninguno de los dos ha sido cantado espontáneamente por el público desde que se tiene recuerdo. Trágico. Todo lo más, "¡¡Madrid!! (palmadas) ¡¡Madrid!!", o "Hale Real Madrid hale haleeeee". Ya veis que nuestro verdadero himno tiene en realidad cuatro palabras.

Esto me jode especialmente porque nuestros enemigos sí que tienen himnos cantables y efectivos. Qué decir del alienante y embrutecedor, pero terriblemente eficaz "¡Barça, Barça, Baaaarça!" de la horda de la barretina. O del "Pateeeeti, pateeeeti, patéeetico de Madriiid" del mismo José de Aguilar en un día más inspirado, o también el rockero "¡Y digo Deportivo, vamos a ganar este partido!". Equipos de pueblo nos superan, compañeros. Hasta el Sevilla ha compuesto un pegadizo himno para su centenario (el de "Y Sevilla, Sevilla, Sevillaaa").

Así que si alguno os dice que "lo puro" es la melodía antígua, ni puto caso. Lo realmente hace falta es un himno que podamos cantar todos a una, que nos enardezca, que con sólo entonarlo se remonte el partido seguro. Necesitamos un "You´ll never walk alone", ¡¡urgentemente!!



En fin. Ayer dije que hablaría sobre los fichajes y su relación con todo esto de la pureza madridista. Estaba pensando concretamente en el frustrado fichaje de Fabián Ayala: eso sí es un desafío a la ortodoxia blanca, porque bajo ningún concepto el Madrid debe traerse a jugadores caracterizados por su juego sucio. Ya, ya, algunos me hablarán ahora de los codos de Hierro y de Redondo, del entrañable Juanito... pero eso era otra cosa. Los dos primeros codeaban sibilinamente, casi haciendo un arte de ello, y Juanito, cuando agredía, era en ataques súbitos de cólera que le hacían más un vehemente incontrolado que un jugador sucio al uso. Lo que jamás podemos aceptar es a un tipo como Ayala, que baila zapateados con tacos metálicos sobre los rivales y luego dice que él no ha sido.

Esta preocupación por los fichajes puede hacerse extensiva a toda una serie de cuestiones. El jugador del Madrid tendría que britanizarse: No se debería tirar nunca, y, salvo en casos absolutamente sangrantes, dirigirse al árbitro sólo para saludarle al principio y al final del partido (incluimos a Rafa Guerrero en los casos sangrantes).

Jugador que se tira, sanción económica del club, qué bonito. Sería así, desde una indiscutible superioridad moral y estética, como podríamos dejar en definitiva evidencia el antimadridismo y servir de ejemplo para millones de jóvenes en el mundo. Ay, necesitamos unos cuantos Laudrups.

Termino ya, y no lo quiero hacer sin enumerar las medidas que nos llevarían a una genuína pureza madridista:

- Eliminación de cualquier tipo de publicidad en la camiseta de juego, excepto la marca fabricante de la ropa. Nunca más Zanussi.

- Demolición del estadio con gran algarabía de la masa social. Construcción de uno nuevo siguiendo el modelo del Invesco Field de Denver, pero con cuatro anillos y un mínimo de 120.000 espectadores. El estadio puede llamarse Nuevo Santiago Bernabéu o adoptar una denominación híbrida: Microsoft Bernabéu, Coca Cola Bernabéu... (de todos modos la gente lo llamaría Bernabéu igualmente).

- Expulsión de todos los socios que no cumplan con su debe de votar, o como mínimo pérdida del abono.

- Prohibición de la venta de pipas en el Bernabéu. Se efectuarán cacheos en la entrada.

- Nuevo himno con urgencia; estruendoso y cantable a voz en grito y con la voz cascada.

- Grada joven que ocupe como mínimo un pequeño anillo del campo, con animadores equipados con megáfonos repartidos estratégicamente.

- Primar las peticiones de membresía de los menores de 30 y penalizar las de mayores de 40.

- Comité ético que sancione a los jugadores que se tiren, protesten o tengan un comportamiento inadecuado sobre el campo (Gravesen queda excluido). Este comité se pronunciará también contra el fichaje de jugadores sucios, excesivamente feos o en general desagradables.

Con todo esto, líderes durante décadas. He dicho.