La pureza y la madre que la parió

Ayer, leyendo el chat de Ramón Calderón en El Mundo, me cabreé. Concretamente, al verle decir que el Bernabéu era uno de los mejores estadios del mundo, que era un lugar mítico y nunca había que irse, bla bla bla. Es este un tema que me toca mucho la moral: El de la pureza, las esencias, la sacralización del Bernabéu presidente, etc. Me hace gracia, porque se está todo el día con la pureza en la boca, pero a la hora de la verdad el asunto se trata con enorme incoherencia y no poca hipocresía.

Hablemos de pureza. Lo primero que debería permanecer puro en este club es nuestra blanca camiseta, pero, como todos sabemos, no es así. Creo que fue en los 80, con Mendoza, cuando empezamos a enmierdar la zamarra. Nuestro símbolo más preciado se veía súbitamente mancillado por publicidad de lavadoras, apoteosis de lo prosaico en un espacio reservado para lo épico y ejemplar. Siguió publicidad de lácteos, de coches y yo qué sé más. Todo ello me parece asqueroso, lo digo como lo siento, pero ah, es el signo de los tiempos, nos dicen. Tenemos que tragar, adaptarnos... ingresos atípicos, ustedes saben. Manda cojones que en esto nos superen clubes como el Barça y, horror, el Ethnic.

Y nuestros dirigentes saben, o sospechan, que esto está muy mal. Eliminar la publicidad el año del centenario no fue ninguna casualidad: Significaba reconocer que llevarla así es lo correcto, el estado natural de nuestra camiseta. Pero los demás años no: podemos vender la integridad por un puñado de millones; antes unos pocos, ahora algunos más.

Pero en fin, podríamos aceptar esto, podríamos decir: Vale, nos adaptamos, hay que mirar siempre hacia delante, explotar recursos y modernizarse sin fin. Pero cuando se habla del Bernabéu... ¡ay, el Bernabéu! Se podría vender y sacar una millonada obscena, más que con 50 años de publicidad, pero ah, el estadio no se toca. Preferirían derribar la catedral de Burgos. Seamos claros: Si el edificio sigue en pie es porque el propio Bernabéu no consiguió llevar a cabo su proyecto de derribarlo, convertirlo en polvo, en nada, y construir uno más grande y mejor. Gran tragedia del madridismo ignorar su propia historia.

El Bernabéu NO es uno de los mejores estadios del mundo. Es muy viejo y se nota a cada paso. Está en un estado de obra permanente, lleno de goteras, vallas y material de construcción; en varios tramos del interior su aspecto es lamentable. En el graderío, se ha apurado tanto el espacio para embutir nuevos palcos que se hace complicada la correcta movilidad del público. Y lo peor con diferencia, ¡¡se ve fatal el fútbol!! Probad a sentaros en tribuna, la cercanía del techo resulta agobiante. Se trata de un edificio de 50 años al que se le ha puesto un parche tras otro, y con un aforo inferior a las necesidades del club. No cuenta con la calificación 5 estrellas de la UEFA; ¡joder, hasta el estadio del Paleti la tiene! En el Mundial vamos a ver auténticas maravillas de la arquitectura y la ingeniería. Nosotros, mientras, seguiremos con el jueguecito de la nostalgia rancia.

Se ha convertido sin duda en un tema tabú. Nadie proyecta tirarlo y lo que es peor, aunque quisieran no lo dirían, porque nadie tiene la capacidad suficiente para explicarse sin parecer un hereje, para romper la tiranía de lo políticamente correcto. Ojo, nótese que no fue éste el caso con la Ciudad Deportiva. Estaba obsoleta, la tiraron y santas pascuas. Ahora tenemos unas instalaciones punteras y diez veces mayores. ¿Por qué no lo mismo con el estadio?



Todo esto me hace plantearme algunas cosas. ¿Quién vela por las esencias del madridismo? ¿A alguien le importan realmente? El dato de la participación electoral tiene que abrirnos los ojos, para obtener una conclusión inequívoca; votan 20.000 de 80.000, una cuarta parte: ¡Señores, la masa social del Madrid es una puta mierda! Ahora que me llamen antimadridista, me la suda. Tenemos un estadio lleno de comepipas. Recuerdo mi época de abonado: A mi izquierda tenía siempre tres tíos que parecían un poco lúmpen, creo que eran de Vallecas o alrededores. Yo pensaba "joder, estos gritarán como posesos". Nada más lejos de la realidad, yo siempre gritaba mucho más. Me pasaba el partido animando. Al Míchel le decía: "¡Vamos, gallego!", a Makelele "¡Corre, Claudio!", o a Zidane "¡Venga, calvo!". Los de Vallecas, mutismo total. Incluso de vez en cuando me parecía recibir alguna miradita reprobatoria. Eso sí, cuando nos pitaban alguna falta dudosa gritaban como posesos. El resto del tiempo, comiendo pipas. El Madrid se ha convertido en la institución a la que más debe el sector de los frutos secos.

Van 85.000 al estadio y animan 2.000. Así no se puede, señores. En las elecciones votan 20.000. Al resto se puede deducir que básicamente se la pela quién pueda presidir el club. Seguramente les preocupa más saber si van a poner calefacción a su localidad o si les van a subir el precio del abono. Esto delata que la misma base del Madrid está podrida: Es algo que mueve y apasiona a millones de personas, todo el mundo opina sobre él; si pudieran, todos esos millones emitirían su voto para escoger al presidente, pero al final sale elegido el que saca los votos de 10.000 tíos. El no votar debería ser motivo inmediato de expulsión del club, algo inadmisible, un estigma ¡¡Por favor!!

En fin, que soy pesimista. Al próximo que hable de pureza miradle con muchas reservas, porque muy pocos se han planteado dónde reside la pureza este club, tanto entre los dirigentes como entre la base. Necesitamos un rejuvenecimiento y una modernización radicales, y, como se ha dicho por aquí muchas veces, hacer llegar nuestro mensaje. Porque joder, realmente existen unos valores del madridismo, podríamos ser ejemplo de muchas cosas, pero parece que casi nadie tiene claro cómo hacerlo.

Tengo más que decir, pero esto me ha quedado muy largo. Mañana hablaré del himno y del fichaje de ciertos jugadores.