Papá, ¿por qué somos del Atleti?

Pues ya pasó el derbi, del que sacamos un punto que, visto lo visto, podemos considerar de oro. El Madrid, como tantas veces últimamente, hizo un partido indefinible. Bueno, en realidad sí hay una definición que encaja: fue una puta mierda. El enésimo experimento de Capello en el centro del campo consistió en la pareja Emerson-Gago distribuyendo y Guchi como media puta (no hay errata). Una vez más, el balón circuló tanto como lo haría un buey en un pozo de mierda, y lo que es peor, la defensa se retrasó muchísimo, lo cual desde 1950 más o menos es sabido que resulta el mejor método para que el rival te tenga encerrado en tu campo. Gago estaba jugando prácticamente de líbero, apenas dos metros por delante de los centrales. ¿Ése es el sentido táctico que tiene el chaval? Emerson se dedicaba a pasear y a perder balones. Guchi recibió muchas faltas, y nuevamente se pasó la mitad del partido en el suelo llorando como una nena. ¿Pero le hacen tantas faltas porque es muy bueno? No, el motivo es que es incapaz de soltar la puta bola al primer toque. Me regocijo con tu dolor, nenaza.

Raulín ya se sabe que hasta dentro de tres meses no le toca marcar, así que volvió a desaparecer. Como veía que no le llegaban balones, se dedicó a eso que le gusta tanto, bajar y convertirse en el tercer centrocampista, de forma que las pocas veces que la pelota llegaba arriba sólo quedaba un delantero perdido entre defensores indios. Pero qué entrega tiene el mito, oye. A Reyes, ya lo he dicho en otra ocasión, hay que devolverlo a Londres a sufrir; aquí no queremos a fracasados como él. Por algún pecado desconocido, tuvimos que aguantar el retorno de Malulo "L´oreal" Salgado, en detrimento del espléndido (por nuevo) Marcelo, al que Capello parece considerar definitivamente interior izquierdo.

Andan diciendo los juntaletras de que el Paleti hizo un partidazo. Nada más lejos de la realidad; simplemente jugó al fútbol, cosa que nosotros no hicimos en todo el primer tiempo, además de contar con dos buenos futbolistas, Agüero y Jurado (éste último madridista) y uno aceptable, Torres. Por cierto que tienen a un tío, Maniche, al lado del cual Ronaldiho y Ronaldo parecen anoréxicos; está claro que en el Atlético no andan muy sobrados. Con sólo tres jugadores destacables, no obstante, ya les valió para meter un par de goles, el segundo de ellos anulado injustamente. Pero que se jodan; tal como se demostró posteriormente, ni estaban preparados mentalmente para ganar ni se lo merecían. De hecho, siendo realmente lamentable el Madrid, se las apañó para crear dos ocasiones clarísimasen el primer tiempo: una en la que, pensando que estaban en fuera de juego, dos madridistas le regalaron el balón a Leo Franco (que se ha hecho un peinado de auténtico gilipollas), y otra en la que Gago se fabricó una ocasión que acabó malogrando Cannavaro, que estaba absolutamente solo frente al portero, en el peor remate de la historia. Vaya con el partidazo del Paleti...

En la segunda parte renació la esperanza: se fue el gitano y entró Talentino, con los antebrazos vendados por sendos tatuajes (¡cómo le gusta a la gente desfigurarse!). Aunque la cosa no cambió demasiado y seguíamos acosados, al cuarto de hora Cassano se sacó de su vendada manga un pase maravilloso que llegó a los pies de Higuaín, quien tenía a un atlético marcándolo. "Huy, huy, se la quitan", pensé. Pero nada más lejos de la realidad: pleno de potencia, el Pipa dejó a su marcador mascando hierba en el suelo y se plantó solo delante de Franco (no confundir con el caudillo), al que batió con un sencillo y grácil remate. ¡¡GOOOOOOOOL!!



El Paleti había dejado escapar un partido que había sido suyo desde el principio. ¿Y qué pasó entonces? Que en la mitad rojiblanca empezó a oler a mierda. De repente no daban pie con bola, autoconvencidos de que realmente eran un equipo maldito, y mágicamente el partido se equilibró, con la entrada de Diarrá contribuyendo al acojonamiento. De ahí al final hubo un par de paradillas del águila de Móstoles, que los mierdosos de la prensa han querido convertir en nuevos "milagros" de este santo de extrarradio. A ver, analicemos los supuestos milagros: Kun Agüero hace una gran internada por la izquierda del área madridista y cuando encuentra águlo dispara, dando el balón en la pierna de Casillas. "¡Paradóooooon!" Joder, si te tiran al pie, ¿cómo coño no vas a pararla? Ah, que es que movió la pierna un poquito; qué reflejos, qué porterazo. La segunda jugada es especialmente sangrante: sale Casillas a por uvas en el extremo derecho del área, Galletti no consigue superarle y lanza un centro bombeado al palo largo, mientras Casillas corre a todo meter para recuperar la posición. La pelota llega franca a Popeye Mista, pero le sale un tiro remate flojo de cabeza a las manos del portero; pues bien, el tío en lugar de agarrarla, ¡se marca una palomita y la despeja en plan Mazinger devolviéndola al centro del área entre una nube de rivales! ¡¡Y eso se supone que es una gran parada!! No podemos olvidar tampoco una media salida marca de la casa en la primera parte que, como tantas otras veces, provocó vergüenza ajena. ¿Y en el gol anulado a Perea? ¡¿Qué cojones hizo en el gol de Perea?! Vamos a ver, Casillas tuvo UNA puta parada de mérito en todo el partido, parando un trallazo de Galletti, pero eso es todo. Digámoslo una vez más: ÍKER CASILLAS ES UN PORTERO MEDIOCRE, UNA PUTA MENTIRA DE NUESTRO FÚTBOL. El otro día mencioné que tenía 23 tacos... pues estaba equivocado, tiene ya 25 -talludito talludito, que diría el butano-, y el tío sigue jugando como si fuera un canterano prometedor. Y lo peor es que la prensa lo juzga como tal. Si yo fuera presidente, mis dos primeras medidas serían traer a Mourinho y vender a Casillas por 40 kilos al Manchester. Odio eterno de la prensa e infinito placer para mí.

En fin, poco más que contar del partido. Salió Marcelo -que parece hermano de Robinho- a un cuarto de hora del final, pero se le vio casi tan poco como a Raúl, lo cual ya es decir. Cannavaro se aplicó en buscar la expulsión y finalmente la consiguió; felicidades. Guti fue despedido al consabido grito de "maricóoon, maricóoon, maricoóoooooon", en la única muestra de sabiduría que dio la hinchada palética en toda la noche. Pero hablando ya de lo extradeportivo, se produjo antes del partido un suceso de lo más interesante: una auténtica batalla campal provocada por los ultras rojiblancos que se extendió durante más de una hora, obligando a movilizar gran cantidad de efectivos policiales y provocando graves destrozos en la zona adyacente al estadio. Esperamos ansiosos un reportaje especial de Abellán sobre el particular, con su correspondiente investigación y la salida a la luz de las conexiones entre estos seguidores violentos y las altas instancias del club, exigiendo dimisiones por supuesto. Vamos, llegan a ser ultras del Madrid y el asunto acaba llegando al parlamento, y no exagero un ápice.



Pero no, todos sabemos que la indiada es una afición ejemplar, como tuve ocasión de comprobar personalmente al acabar el partido. Tras salir de casa de mi hermano, donde había visto el encuentro, me dirigí al metro y de repente reparé en algo muy curioso: mirara por donde mirara, no había más que indios, con sus correspondientes bufandas o camisetas, todos con un semblante que reflejaba la decepción y el cabreo. Me di cuenta entonces de que mi hermano vive muy cerca de la pocilga rojiblanca, y de que el camino de vuelta habría de producirse entre numerosos hinchas del rival. Las caras, como digo, eran un poema, resaltando especialmente las de los niños que clavaban los ojos en sus padres, formulando silenciosamente la célebre pregunta que encabeza este artículo. Un niño no entiende por qué tiene que ser seguidor de una porquería de equipo.

Entre las conversaciones me resultó especialmente llamativa la de dos chavales con un vejestorio tocado con una especie de barretina azul y voz de borracho, al que prácticamente le salía espuma por la boca: "¡El peor equipo que ha pasado por el estadio! ¡¡El peor!! ¡Vamos, esos hijos de puta! ¡Y luego es que encima se creen algo! ¡Menudo hijo de puta de árbitro, desgraciao!" Los jóvenes: "Ya pidió Mijatovic al árbitro ese, ya." El viejo: "El Mijatovic es un cabrón... se merece la desgracia que tuvo, que le nació un hijo medio muerto. ¡Y que se anden con ojo! Guruceta... ¿os acordáis cuando se carbonizó? Yo dije cuidado, que aún me queda otra..." De las palabras del anciano demente parecía deducirse que él mismo había matado a Guruceta con su mala baba. Como veis, la conversación fue todo un dechado de deportividad y de saber encajar la derrota. Durante el resto del viaje pude escuchar bastantes frases similares y ver a multitud de hinchas cabizbajos, lo cual me produjo no poco placer. Y es que está muy bien que al final del día, cuando ya está todo dicho, el aficionado del Paleti sea consciente de que su equipo es y siempre será... ¡una puta mierda!


- Atlético de Madrid: 1 (Fernando Torres)
- Real Madrid: 1 (Higuaín)