lunes, 8 de enero de 2007

Padre, ¿por qué me has abandonado?



Perdimos, sí, perdimos. Pero la cuestión es "¿por qué?", y sobre todo "¿por qué así?". Y es que lo del Recreativo tendría que haber sido una zona cero del madridismo, un "por aquí no paso", la excusa que necesitaba el padre Fabio para dinamitar la vieja estructura del edificio y empezar desde cero. Pero, ay, no fue así. Roberto Carlos se había lesionado para el partido de hoy; era el momento de Marcelo, pero Capello prefirió dejarlo sentado. Su motivo: "Por mi experiencia, dos jugadores jóvenes no pueden debutar juntos". ¿Por qué? ¿Por miedo a que se renueve demasiado el equipo? ¿Para que no haya demasiadas caras desconocidas en el campo? Su solución fue pasar a Ramos a la izquierda (?) y dar entrada a Míchel Salgado. Míchel Salgado, Dios mío, que -hay que decirlo- quizá hace siete años fuera un jugador puntero en su puesto, pero hoy en día es un despropósito futbolístico. En la Liga hay por lo menos 10 laterales mejores que Salgado, con una zancada lógica, con velocidad, con técnica y con pase (uno de ellos, por cierto, se llama Diogo, y es de nuestra propiedad). Pues nada, Míchel Salgado.

Y delante de Míchel, como ¿extremo?, Raúl, el totem, el factotum. Se puede morir futbolísticamente, pero hazlo con las botas puestas, joder. ¡Juégatela, hombre, ¿no viste que lo del Recreativo fue lo último?! Capello, ¿así quieres acabar tu carrera, con Malulo y el indigente mítico echándote la última paletada de tierra? Si yo fuera un entrenador al borde de la retirada, querría que mi último equipo tuviera una media de 20 años, juntar una panda cargada de futuro. "Ahí está mi legado", diría.

El otro día os pareció exagerada mi entrada con la foto de Indiana Jones... pues ya véis. A Raúl hay que matarlo como se mató a César. Un magnicidio, nacido no del odio, sino del amor a la República.

A partir del pecado original de obviar la revolución, poco hay que añadir. Joder, si ni siquiera vi el partido, estaba en el cine. He perdido bastante fe en Capello esta jornada, la verdad, y lo único que nos ha salvado de la puntilla han sido los tropezones de Sevilla y Barça. Así las cosas, queda una última posibilidad de redención, un todo o nada: el próximo partido en el Bernabéu contra el Zaragoza de Diogo. Padre, juega con bandas, con cinco pivotes, con cuadrado mágico o sin portero, pero pon caras nuevas: Diarrá es patrimonio del club, tú sácalo y ya jugará bien (¡y si está lesionado, dilo!). Robinho es un bluff, pero hay que amortizarlo, ¡¡mira lo que hizo Karembeu con ilusión!! Pon a Reyes, que se crea que va a jugar aquí el año que viene. No estaría de más sacar también a Marcelo. Guti y Beckham ni convocados. Raúl a la segunda fila del banquillo.

Si esto falla, yo ya no sé lo que nos espera. ¿Villar Mir, Sobacos... ¿Onieva? De los piperos me lo espero todo. ¡Refundación del club ya! Para el banquillo yo pondría a algún entrenador moribundo, muy madridista y muy cabreado, que no temiera el reinado del terror de Raúl. Eso o un alemán dispuesto a arrasar con todo y que pasara de intrigas de vestuario. Este verano hablé de Hitzfeld, ese parece que quería hacer limpieza. Habría estado bien.

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